Así nos imaginamos el futuro de Elio y Oliver

‘Call me by your name’ es una preciosidad. Es una película amable, bella, correcta en todos sus detalles. Luca Guadagnino, su director, nos lleva de la mano con mucha facilidad por una cinta que da gusto recorrer, en todos los sentidos. La adaptación de la novela homónima ha sido un completo éxito y se ha convertido en una de las grandes películas del año.

Pero el final nos dejó con el corazón roto. Entendemos que si estáis leyendo estas líneas es porque habéis visto la película y por tanto no deberíamos advertir de spoilers a partir de este momento, pero lo haremos de todos modos. Vamos a hablar del final y vamos a ir, además, más allá. Vamos a inventarnos un futuro para Elio y Oliver.

Sabemos que lo tienen. Sabemos que André Aciman siguió escribiendo sobre ellos y no se quedó en la última escena que vimos en la cinta del director italiano, una escena en la que Elio (un fantástico Timothée Chalamet que demostró su fuerza como actor) lloraba frente a la chimenea después de descubrir que Oliver iba a casarse, ya de vuelta a Estados Unidos, con una mujer. La película es preciosa, sí, pero el final no podía habernos hecho más daño.

Por eso vamos a imaginar que los años han pasado y Elio es quien, en esta ocasión, viaja a Estados Unidos para seguir formándose en la profesión a la que ha decidido dedicar su vida: la música. En un lugar que no mencionaremos, se reencuentra con Oliver. Oliver, claro, está casado y ha formado una familia, como se nos anunció en ‘Call me by your name’.

Pero el reencuentro entre ellos no puede ser más bonito. Seguro que ambos se mirarían como quien mira a alguien especial a quien lleva mucho tiempo sin ver; como quien mira a alguien a quien siempre reconocerá como una persona importante. Sería Elio quien se acercaría a Oliver en primer lugar, estamos seguros, porque ha crecido, ha madurado y ya no tiene los miedos que tenía durante ese verano. Y Oliver sería feliz al verlo, de una forma que no había experimentado en mucho tiempo.

Seguramente comerían juntos, cancelando todos los planes que tenían para ese día. Se pondrían al día con sus respectivas vidas y terminarían dando un paseo; como nos imaginamos que sería una ciudad y un pueblo junto al mar, los imaginamos junto al mar. Largas conversaciones y también cómodos silencios, así sería ese paseo.

Y no sabemos si entre ellos volvería a darse la chispa que se dio aquel verano mágico, eso lo dejamos a elección de cada uno de vosotros, pero sí nos gusta pensar que se darían cuenta de que, al final, después de todo, ninguno ha podido olvidar todo lo que vivieron juntos. Y ninguno quiere hacerlo.