Septiembre siempre fue el mes de Iván Ferreiro, y este año tengo excusa

Me viene pasando algo desde hace varios años. Empieza septiembre y poco a poco voy desprendiéndome del estado de ánimo que me llega con el verano, allá por junio, que normalmente se me antoja lejano y cercano a la vez. Como si llevara viviendo en ese verano mil siglos, pero al mismo tiempo acabara de empezar. Una cosa extraña.

Llega septiembre y cambio de mentalidad. También con los años, he aprendido a tomármelo de una mejor manera; vamos, que ya no odio el mundo como solía hacer cuando era una adolescente que tenía que dejar su pueblo para sumirse en una rutina que empezaba a resultarme soportable en noviembre, no antes. Ahora casi abrazo la melancolía que me trae esta época. No sé si soy la única a la que le pasa, pero me he acostumbrado tanto a ello que lo tomo como algo corriente. Si no lo es, no me lo digáis, prefiero no saberlo.

Lo de cada año

Con el fin del verano, con septiembre, con una rutina que en realidad no es diferente a la de julio, quitando el buen tiempo y las preciosas noches de verano, pero que de alguna manera sí es diferente, me viene pasando algo, como ya he dicho. Sin pretenderlo, sin que ni siquiera lo recuerde cuando despido agosto, sin que exista un día concreto para ello, siempre termina siendo el mes de Iván Ferreiro. Hay pruebas fehacientes de esto que cuento.

Nunca dejo de escuchar a Iván Ferreiro. Quiero decir, no es algo que empiece y termine con septiembre. Lo escucho en diciembre, en marzo y también en agosto. Pero en septiembre lo escucho más. Hace unos días, hablando con un buen amigo, intentaba explicarle que creo que es cosa de esa melancolía que me entra y que encuentro en su música desde que ‘Turnedo’ me revolvió todo por dentro. Esa música parece decirme “está bien sentirse así, aguántalo un poco, saboréalo incluso”. Así que empecé a hacerlo.

Supongo que sus composiciones me pegan para esta época, y cuando por casualidad o por iniciativa propia me llega alguna de sus canciones, sigo y sigo y sigo. Y me encuentro con que no puedo parar, y con que otro septiembre más está pasando. Ya estoy pegada otra vez a sus discos, sin que me sea físicamente posible saltar una canción y cambiar de artista. No puedo (no quiero). Y no me dura hasta noviembre, pero casi. Hasta que consigo desengancharme, lo que me invitan a hacer mis impulsos es perderme en alguna playa de Galicia con Ferreiro en bucle. Nunca lo he hecho, pero llegará el día.

Cena recalentada

Este año, además, tengo una buena excusa para que todo esto me esté pasando otra vez. Me encanta, porque por lo menos puedo decir “a ver, es que ha sacado música nueva, es lógico que le dé caña hasta desgastarlo”, que es lo que suelo hacer. Esa excusa se llama ‘Cena recalentada’, y se trata de un disco de versiones de Golpes Bajos, un grupo gallego con gran influencia en unos años ochenta que me hubiera gustado vivir pero que no viví.

‘Cena recalentada’ me ha puesto de buen humor. Y me ha parecido un homenaje redondo a la que es una de las bandas favoritas de uno de mis músicos predilectos. Una manera de recordar y de mantener vivo, de honrar y de celebrar la buena música. Este álbum ha visto la luz este mismo 21 de septiembre, así que voy a tener que rendirme: otra vez va a ser el mes de Iván Ferreiro. Qué remedio.