The Vampire Diaries: Klaus y Caroline (Klaroline), un Amor sin Fronteras

Son muchas las parejas que han llegado a nosotros a través de The Vampire Diaries, pero pocas nos han emocionado como lo ha logrado la formada por Caroline Forbes y Klaus Mikaelson. Dos polos opuestos que han resultado no ser tan diferentes y que nos han regalado un amor tormentoso, pero verdadero y puro.

Desde el primer momento en el que les vimos juntos supimos que sus caminos se cruzarían en algún momento, aunque pareciera que no tenían absolutamente nada que ver. The Vampire Diaries ya nos ha demostrado en numerosas ocasiones que nada es imposible y en el caso de Caroline y Klaus, Klaroline, no iba a ser diferente.

No hemos tenido la oportunidad de vivir una relación como tal, pero estos dos tortolitos nos han regalado escenas, conversaciones, miradas y besos que nos han transmitido muchísimo más de lo que han logrado otras parejas con sus historias completas. Y es que lo de Caroline y Klaus es amor puro, verdadero, de ese que traspasa todas las fronteras y llega directamente al corazón.

Como al corazón nos llegó uno de los primeros momentos en los que Klaus mostró un atisbo de humanidad, salvando a Caroline del veneno de hombre lobo que estuvo a punto de matarla en el día de su cumpleaños. Sin duda alguna, una de sus escenas más especiales. ¡Aún se nos caen las lágrimas!

Si hay algo diferente en esta relación es la capacidad de ambos para abrirse al otro y mostrarse tal y como son. Caroline es la única persona que ha logrado que Klaus se olvide de sus muros y confíe plenamente en ella, compartiendo sus aficiones, como la pintura, y hablando sin tapujos de sus miedos y sus sentimientos. Su conexión es ¡única!

Un romance como este está hecho de detalles, de miradas, de caricias y de pensamientos furtivos. Un baile, en el que los ojos de Caroline y Klaus se encontraron sin filtros y sin temor a mirar en lo más profundo de ellos, puede convertirse en uno de los momentos más memorables de una serie. ¡Y lo ha hecho!

Sus conversaciones, intensas y algunas de ellas muy duras, nos han dejado lágrimas, sonrisas y la certeza de que se quieren con locura. Aunque la que vivimos tras el discurso de Caroline en Miss Mystic Falls nos sigue cautivando, pocas pueden igualar a esa llamada telefónica de Klaus nada más llegar a Nueva Orleans.

Juntos han discutido acerca de la paternidad y de su verdadero ‘yo’. En un principio, Klaus era la imagen del mal y Caroline la del bien, pero nunca nada es absoluto. De hecho, el propio vampiro acusó a la mujer de su vida de ser muy parecida a él tras conocer que ser vampiro le gustaba tanto como a él. El tiempo les ha transformado, pero la esencia es la misma: están hechos el uno a la medida del otro.

El amor puede cambiar por completo a las personas, incluso a aquellas que consideramos desalmadas y descorazonadas. Por Caroline, Klaus se ha tragado su orgullo en numerosas ocasiones y ha permitido, incluso, que recupere a Tyler, su amor, aún sabiendo que eso la alejaría de él. Pero siempre sin perder de vista su objetivo: Klaus sería su último amor.

Les hemos visto besándose en el bosque, despidiéndose, salvándose la vida, discutiendo y demostrando, incluso con palabras de rabia, que el amor que les une es de los más especiales que veremos jamás en una pantalla. Una historia que merecía un ‘adiós’ temporal como el que vivimos en el último episodio, con esa carta que aún provoca que se nos salten las lágrimas.

Y es que, desde el primer instante, nos hemos sentido parte de esta pareja, que nos ha atrapado con la intensidad de sus miradas y sus sentimientos. Aún queda esperanza para el amor. Aún queda esperanza para Klaroline. ¿Seremos, también, testigos de su final feliz en The Originals?

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