‘Handia’ o el triunfo absoluto de las historias pequeñas, sensibles y frágiles

Los taquillazos siempre han existido y siempre existirán. Esas películas que han encontrado la combinación perfecta de ingredientes como acción, tensión y amor, cargadas de efectos especiales y de potentes escenas con un ritmo frenético, que son capaces de recaudar millones y millones de dólares en los cines de todo el mundo. Pero algo está cambiando.

Es cierto que seguimos viendo estas cintas, es cierto que siguen arrasando en todo el globo, pero ahora se han hecho un importante hueco en el mercado otro tipo de largometrajes que se alejan por completo de los conocidos como ‘blockbusters’. Películas pequeñas de historias pequeñas, películas frágiles, sensibles, con un gusto exquisito y que han logrado no sólo conquistar a la crítica, sino también al público.

Un claro ejemplo de esto lo encontramos en ‘Handia’, la película con más nominaciones en los Premios Goya 2018, sumando un total de 13 que incluyen las de Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guión Original y Mejor Actor Revelación. Una cinta que surgió como algo diferente, algo en cierta manera pequeño, discreto, y que ha terminado destacando por encima del resto.

Y lo ha hecho porque estamos ante un largometraje único, que podría ser tildado de mágico, y en el que no vemos enormes peleas, ni persecuciones locas, ni aliens que vienen a destruir nuestro planeta. En ella somos testigos de una historia real, de la vida de Miguel Joaquín Eleizegui, conocido como el Gigante de Altzo, un joven extraordinario con una enorme estatura y un corazón puro e incluso más grande que él mismo.

Sin artificios, sin morbo, sin aditivos. ‘Handia’ narra con belleza y elegancia el camino que tuvo que seguir Joaquín y nos plantea dilemas a los que nos enfrentamos cada día sin darnos cuenta. En ella vemos la capacidad de adaptación o resignación (nunca se sabe) del ser humano, y nos emocionamos, y nos enfadamos, y reímos, y lloramos.

Una maravilla en la que las interpretaciones rozan la exquisitez, compuesta con un gusto muy especial y que se basa en contar un cuento, en este caso real, con la dulzura y la elegancia que requiere la fragilidad de su protagonista. Una película diferente, una apuesta que ha resultado vencedora. Porque el espectador disfruta de los taquillazos, pero también quiere historias de verdad. Y la de Joaquín nos ha cautivado a todos.