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Analizo (en profundidad) la segunda entrega de 'Animales Fantásticos'

¿Qué falla, qué falta y qué sobra en ‘Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’?

‘Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’ no ha gustado tanto como debería. Analizamos qué ha fallado en esta segunda entrega.

por Redacción
¿Qué falla, qué falta y qué sobra en ‘Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’?
¿Qué falla, qué falta y qué sobra en ‘Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’?

Habiendo transcurrido un fin de semana tras el estreno de ‘Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’, ya se puede hablar de las primeras impresiones entre los espectadores. Dejando a un lado la crítica, que se inclinaba como nosotros mismos hacia una reseña más bien negativa, era el turno del público, de los fans (que, por otro lado, también somos nosotros).

En general, ‘Los crímenes de Grindelwald’ no ha gustado demasiado. No podemos decir simplemente “no ha gustado”, es mejor añadirle el “demasiado”. Yo no puedo decir que no me haya gustado, pero es cierto que no me entusiasmó. Y eso fue una decepción.

Con la primera entrega de ‘Animales Fantásticos’ me esperaba algo parecido a ‘Harry Potter’ y evidentemente eso fue error mío, así que lo asumí y la vi una segunda vez con otra actitud. Entonces me gustó. Señalé un par de cosas que no tuve y me hubiera gustado tener o viceversa, pero me gustó. Quería más acción, quería más magia y no terminaba de conectar con los personajes. No recordaba si me había pasado algo similar con la primera entrega de ‘Harry Potter’ -aunque hubiera jurado y juraría que no- así que me dije… Todo eso llegará en la segunda parte.

“Por el final, ha de haber más de todo lo que has echado de menos en la siguiente”, me dije. Tienes a Dumbledore, tu personaje favorito. Tienes a Grindelwald que, aunque me hubiera gustado que lo interpretara otro actor (¡Nikolaj Coster-Waldau!), no dejaba de ser un personaje que me llamaba la atención. Tienes a Nagini, que intriga cuanto menos. Tienes a Credence, con un potencial tremendo y con Ezra Miller. Tienes, o deberías tener, más acción, porque va de crímenes, magos oscuros, luchas de poder. Yo iba con esta idea al cine y, claro, no cumplió mis expectativas.

¿Qué le falta a ‘Los crímenes de Grindelwald’?

Empecemos por el principio, y cuidado con los spoilers. Le falta magia. No me refiero a ver cómo el dueño del circo convierte una monumental carpa en una maleta de tamaño reducido, me refiero a magia integrada en la historia… Como teníamos en ‘Harry Potter’. Juro que he intentado contener la comparación, pero es inevitable. La magia, en las primeras películas, estaba muy bien integrada. Cuadraba, encajaba, no sobraba. Y desde luego no faltaba.

También me falta acción. Como no hablo de batallas entre magos, voy a referirme a acción narrativa interesante. Me faltan acontecimientos emocionantes que nos hagan abrir la boca, o sonreír, o sufrir, o temer por el destino de nuestros personajes. Ver a Newt lidiando con las criaturas mágicas me parece acción suficiente y me interesa, terminó interesándome en la primera parte, pero ni siquiera de eso hemos tenido mucho (llamándose como se llama ‘Animales Fantásticos’). Me faltan momentos trascendentales, me faltan diálogos sustanciales, me falta emoción. Esto no lo perdono, porque si a algo hemos recurrido todos estos años cuando explicábamos lo que ‘Harry Potter’ había significado para muchas generaciones era esto: la emoción.

¿Qué le sobra a ‘Los crímenes de Grindelwald’?

Empiezo por lo sencillo, por la anécdota. ¿Le sobran referencias a la saga original? No, claro que no. A todos nos han gustado los guiños al universo que empezamos a conocer (casi lloro mares enteros acordándome de Lupin con Dumbledore, un sueño para mí), pero algunas podrían haber tenido un poco más de sentido. El tema de Minerva McGonagall ha dolido mucho, porque ni siquiera había nacido en el año en el que supuestamente estaba dando clases en Hogwarts. Dicen por ahí que es su bisabuela, pero eso ya queda en nosotros. Nos han metido el momento, y somos nosotros quienes tenemos que decidir quién es o deja de ser. “Toma una referencia a un personaje muy querido pero solo si cuela, si no cuela es que no es ella”, algo así parecen habernos dicho. Había quien estaba muy molesto por este asunto, y supongo que no es para menos porque en los últimos años ha surgido una tendencia generalizada a pensar que a veces nos toman el pelo. No entraré a debatir esto.

Lo importante: le sobran personajes. Asumo parte de culpa en este punto, porque lo cierto es que sigo sin conectar con la mitad de ellos, pero le devuelvo la pelota a J.K. Rowling y todo su equipo: ¿cómo voy a conectar con ellos si no enfocáis sus historias, sus personalidades y su desarrollo de manera correcta? ¿Cómo voy a conectar con personajes que van y vienen sin demasiada trascendencia? Me sentía muy cercana a Credence, ¡porque vaya personaje!, pero de repente no hace nada en esta segunda entrega, cuando tiene potencial para hacerlo todo.

Hay demasiados, y además están colocados sin demasiada jerarquía. Todos están más o menos a la misma altura y esto es bonito en un sentido: nadie por encima de nadie, además con bastante diversidad. Pero se puede coger esta idea y darle la importancia adecuada a cada una de sus participaciones. La abundancia, en este caso, no ha sido algo positivo: ha resultado abrumadora. Abruman tantos nombres y tantas relaciones. El árbol genealógico de la familia Lestrange puede ser interesante, pero es que para entonces ya tenía la cabeza echándome humo. Y no porque no pudiera hacerme con tanto, he visto cosas más complejas, desde luego, sino porque no le encontraba sentido. ¿No hubiera sido mejor simplificar un poquito? ¿O presentarlo de otro modo?

Y si no quieres prescindir de ningún personaje, entonces prescinde de alguna historia. Déjala para más adelante, que eso funciona muy bien. Prefiero ver cinco películas de esta saga bien construidas a ver tres que supongan un batiburrillo de historias y personajes.

Queriendo construir un laberinto tan complejo y profundo han terminado con algo que siempre ha funcionado en este universo: la sencillez. ‘Harry Potter’ nunca ha sido simple, tiene un sinfín de hilos que juguetean entre ellos, pero estaba narrado con una sencillez admirable, consiguiendo que las historias sean tan fáciles de ver que puedes ponértelas cualquier domingo por la tarde para descansar. Con ‘Los crímenes de Grindelwald’ no sucede esto.

En ‘Harry Potter’ siempre ha habido misterios, pero se iban desmenuzando con delicadeza; en ‘Los crímenes de Grindelwald’ salen atropelladamente. Pensad en cómo nos enteramos de la verdad con Sirius Black, por poner un ejemplo; pensad en cómo se nos descubre la de Leta Lestrange. Le dedican un par de escenas, un par de menciones, que se te olvidan al instante siguiente porque hacen lo mismo con otro personaje, y tras esto nos cuentan su historia. Puede impactar, pero es que termina por no tener relevancia. A Sirius le dedicaron una película entera, entonces sí la tiene. ¿O es que no querían que Leta tuviera la misma importancia que Sirius o que alguno de sus compañeros en esta película? No me lo creo, porque está a la altura del resto. Así que volvemos a lo mismo: demasiado, en poco tiempo.

Menos tramas, mejor explicadas y mejor desarrolladas hubiera sido una mejor elección. Trata de abarcar más de lo que puede en dos horas: Newt, que tiene que seguir presentándonos criaturas nuevas porque así lo señala la saga, el pasado de Newt, Newt buscando a Tina, Newt ayudando a Dumbledore, Newt con Leta y Theseus, su relación con Leta, Leta y su pasado, el pasado de Dumbledore con Grindelwald, el presente y futuro del villano, sus crímenes, la inclinación de Queenie hacia él, el dilema de Queenie con Jacob, Jacob recuperando a Queenie, su adaptación al mundo mágico, el papel de Tina en éste, su relación con Newt, su tarea en el Ministerio, el Ministerio en sí, que también nos quiere presentar ¡más! personajes, la persecución a Credence, el descubrimiento de la identidad de Credence, su relación con Nagini, la naturaleza de Nagini… Si hasta nos meten un parásito en un ojo que luego no significa nada. Y le dedican los mismos segundos que a una mención de Dumbledore a Grindelwald.

En fin, agobia, ¿verdad? Agobia porque es demasiado, y además no está bien encajado.

¿Qué falla en ‘Los crímenes de Grindelwald?

Por otro lado, algunas sub-tramas están presentadas para servir al desenlace final. Eso es un error: todas las sub-tramas tienen que tener un camino coherente y bien construido que nos lleven por sí solas a ese desenlace, al final de la trama principal. El dilema entre Queenie y Jacob es un ejemplo de esto; solo es una excusa para conducirnos al final que querían contarnos, pero no tiene sentido en ningún punto.

Tras mencionar a varios de ellos, diré que algunos personajes están desperdiciados. Es lo que pasa, claro, cuando no te centras en ninguno. ¿Tina ha pasado a ser un simple interés amoroso que ayuda al protagonista? ¿Cómo podemos pasar de largo ante Nagini sin detenernos sabiendo lo que sabemos de ella? Evidentemente, queremos más. ¿Qué pasa con Credence? ¿Lo reducimos a un par de escenas, con lo que podría ser? Hasta Dumbledore está desperdiciado. Por favor, no me desperdicies a Dumbledore. Por favor, no me desperdicies a Dumbledore interpretado por Jude Law. ¿Y por qué están desperdiciados cuatro personajes que podrían serlo todo? ¡Porque hay demasiado en lo que centrarse! Entonces, no nos centramos en nada.

La película salta de un lado a otro sin detenerse verdaderamente en ningún punto. Habla de muchas cosas, pero no cuenta nada. Ni siquiera el título tiene sentido: ¿los crímenes de Grindelwald? ¿Qué crímenes hemos visto? ¿Cuánto tiempo está Grindelwald en pantalla?

¿Qué falla? Que se quieren abarcar demasiado, y se termina por darnos poco de todo, de manera torpe e ignorando elementos que siempre han funcionado en el maravilloso universo de J.K. Rowling.

A modo de conclusión

Como primera reflexión general, me salió decir que esta historia no me interesaba, pero no se trata de eso. Me interesan los crímenes que no he visto de Grindelwald, me interesa su relación con Dumbledore (que nos han robado) y me interesa la juventud de éste, me interesa Newt (qué personaje, solo podía ser Hufflepuff) y me interesan sus criaturas, me interesa el futuro de Credence (al que todavía no me atrevo a llamar por su verdadero nombre) y me interesa lo que le sucede a Nagini tanto como me podría haber interesado una familia Lestrange bien presentada. Todo esto me interesa, así que no es la historia: es la película.

Diré que los minutos finales son estupendos, y mi yo más positivo me invita a decir también que nos preparan para una buena continuación en la que sí tendremos todo lo que he echado en falta en esta, pero me da miedo esa abundancia de tramas y personajes que no sé cómo van a encajar en un conjunto completo que resulte lógico e interesante. Y aunque esos minutos finales merecen la pena, también diré que llegar hasta ese final me resultó por momentos una tarea pesada que ni siquiera comprendía del todo. Falta chispa, falta emoción y perdón por el comentario recurrente, pero falta magia.

Puede no parecerlo, pero soy muy, muy, muy fan de ‘Harry Potter’. Una Hufflepuff orgullosa de serlo. Este fin de semana, me he visto dos películas. Y ojalá me hubiera gustado esta.

No pido lo mismo que en ‘Harry Potter’, ni pido que se repita la fórmula, pero creo que merecemos tener una historia original, emocionante, que no olvide la esencia de los orígenes y que esté bien construida. Eso pido. No necesito que me recuerde a las otras ocho películas, necesito que brille con sus propios elementos. Y tiene muchos que pueden funcionar.

 

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