Martin Freeman, el último enemigo de Hollywood

El ser humano es así: unos días te ama y otros te odia. Esta es una reflexión que vemos reflejada en ‘Yo, Tonya’, aunque en este caso concretada en Estados Unidos, pero de la que encontramos ejemplos prácticamente a diario y con figuras de muy diferentes ánimos. En esta ocasión queremos analizar el caso de Martin Freeman.

Este actor británico es uno de esos intérpretes a los que llevamos viendo toda la vida en diferentes producciones y que, de repente, logró destacar por encima del resto en un proyecto en concreto. Ese proyecto, en el caso de Freeman, bien podría ser ‘Sherlock’, una de las series más aclamadas de los últimos tiempos.

Su papel de John Watson conquistó a millones de espectadores, como también lo hizo su especial conexión con Benedict Cumberbatch, encargado de dar vida a este peculiar Sherlock Holmes. Ambos volvieron a compartir pantalla en ‘El Hobbit’, aunque aquí pocos sean capaces de reconocer a Cumberbatch, firmando una época inmejorable como dúo y también individualmente.

En esos momentos, todo eran buenos comentarios hacia Martin Freeman, quien fue fichando por otras series y películas, como la también muy aplaudida ‘Fargo’, y terminó por convertirse en uno de los nombres más repetidos del mundo cinematográfico y seriéfilo a nivel mundial. Esto es algo que se ha mantenido, pero el tono de los comentarios ha cambiado mucho.

Después de que hace un tiempo el actor arremetiera contra los seguidores de ‘Sherlock’, asegurando que su presión había convertido el grabar la serie en una especie de pesadilla, han sido muchos los que han comenzado a ver en él una serie de gestos y actitudes que no han gustado absolutamente nada.

Estas declaraciones provocaron que muchos le dieran la espalda, que le acusaran de engreído y que señalaran que había olvidado la serie que tanto le dio, y ahora parece que a todo esto se le suman una serie de nuevas acusaciones a las que ha respondido recientemente. Y es que hay quien ha asegurado que trata mal a sus seguidores, que es demasiado distante.

Martin Freeman ha aclarado que es una persona amable, amigable, pero que no es la persona que vemos en la pantalla. Eso no significa que sea un engreído, igual que el hecho de que no dé las gracias continuamente no implica que no se sienta agradecido, ni mucho menos. Pero lo que ha dejado claro es que no podemos pretender que sea como nosotros queremos.